lunes, 9 de febrero de 2009
En manos de la divina providencia
La ignorancia de Néstor Kirchner obliga a los argentinos a encomendar su destino a los designios de Dios.
Por Roberto Cachanosky
Todo parece indicar que la genialidad que inventaron en el Gobierno para vender autos cero kilómetro no tuvo el resultado esperado. De acuerdo a los datos informados, en enero se patentaron 12.000 autos menos que en el mismo mes de 2008.
Este dato en sí mismo no dice todo. En efecto, representantes de concesionarias de autos están pidiendo que el plan del Ejecutivo se extienda a vehículos de mayor valor: en vez de un límite de $ 50.000, piden que sean de hasta $ 120.000. Como en los autos de la franja más alta generalmente implican un cambio de unidad, la otra modificación necesaria para que eventualmente pueda funcionar el sistema ideado por el gobierno requiere que se elimine la restricción de que el que compra el auto no haya comprado otro auto y sea el primero o el primero en no sé cuántos años.
¿Qué nos está indicando este dato? Que el segmento de la población a la que apuntó el demagógico plan venta de autos no demandaba autos cero kilómetro como primera prioridad. En realidad, no hace falta ser un genio para darse cuenta que semejante proyecto no tenía la más mínima lógica. Es que quien compra un auto, en el que hasta el volante puede ser opcional, tiene un ingreso limitado. En este momento en que la inflación le come el ingreso a la gente y además tiene miedo de perder su trabajo, era previsible que no podían ser muchos los que se lanzaran a pagar una cuota con sus ingresos derretidos por la inflación y, encima, pagar la patente, mantenimiento, gastar en nafta, etc. Por otro lado, hay otro problema que no es menor, los planes cerrados ajustan trimestralmente por el valor del auto. Mientras esté Moreno en su cargo, el valor del auto se mantendrá quieto, pero el día que no esté más, se acaba el dibujo del precio y la cuota puede llegar a ser impagable.
Tampoco me queda muy claro que si el plan se extiende a autos de mayor valor el sistema pueda funcionar. Cuento una experiencia personal. Averiguando para cambiar mi auto, un Toyota Corolla, fui a varias concesionarias de Toyota. En dos de ellas (una en la que había comprado el que tengo) me dijeron que no tomaban mi auto como parte de pago porque no podían vender los usados que ya tenían y en otro lo tasaban los suficientemente bajo como para desestimular la operación. Desde el punto de vista micro, si Toyota no toma como parte de pago los autos que ellos mismos fabrican, demuestra el poco interés por fidelizar al cliente. Digamos que no es una marca confiable para los clientes o, si se prefiere, tienen una política comercial de muy corto plazo que la hace poco recomendable como opción confiable. Pero más allá de este caso de política comercial espanta clientes de Toyota, lo cierto es que las concesionarias están saturadas de autos usados que no pueden vender, por lo tanto, la pregunta es: si todos van a tener comportamientos similares a Toyota, ¿quién va a comprar autos de $80.000 o $ 120.000 si no le toman el auto como forma de pago porque no venden los usados que tienen? Porque cae de maduro que en ese rango de precios el que va a comprar un auto es porque cambia el que tiene, y si no quieren tomar usados o los toman a precios muy bajos, la operación no va a poder realizarse.
Este fallido caso de los autos muestra el grado de ignorancia en la que está sumergido Néstor en materia económica, además de la incapacidad que tiene para aplicar políticas públicas de largo plazo. ¿Cuál es el grosero error económico que comete Néstor, entre la infinidad de otros groseros errores que ha cometido? El creer que la producción es un fin en si mismo, cuando en rigor la producción es un medio para satisfacer las necesidades de la gente. Aquellas necesidades más urgentes.
Además de saber que la caja no es ilimitada, Néstor debería saber que los recursos tampoco son ilimitados, pero las necesidades de la gente sí son ilimitadas. El mercado que tanto detesta Néstor, y Cristina repite como un lorito la misma cantinela de su marido, es un proceso de descubrimiento por el cual los empresarios deben descubrir qué demanda la gente con más urgencia. La asignación de los escasos recursos productivos (capital y trabajo) deben asignarse hacia aquellos sectores en los cuales la gente demanda bienes mayor prioridad que otros. ¿Cómo descubre el empresario dónde está esa demanda? Por el mecanismo de los precios. En los sectores en los que hay una rentabilidad superior al resto de los sectores productivos de la economía hay una demanda insatisfecha y es en esa dirección que deben asignarse los recursos. Es decir, antes de producir hay que descubrir qué está demandando la gente. ¿Qué hizo Néstor, y la mandó a Cristina anunciar desde el atril como Chirolita? Puso el acento en la producción sin saber si lo que iba a producirse era lo que demandaba la gente. Para Néstor la producción es un fin en si mismo en vez de ser un medio para satisfacer las necesidades de la población. El resultado fue el fracaso del plan. Lo que consiguieron fue dilapidar algunos recursos sin mover el amperímetro de la economía, porque se pusieron a producir sin pensar en qué está demandando el consumidor en forma más urgente.
Entre otras muchas razones, es evidente que el matrimonio jamás va a poder sacar a la Argentina del pozo en la que la metió porque tienen varios problemas. El primero y fundamental es que ya no son creíbles. Han mentido tanto que son incapaces de generar la más mínima expectativa positiva en los inversores y en la población en general.
El segundo problema es que Néstor, que cree que sabe economía, considera que el mercado no es eficiente asignado los recursos y que un grupo de iluminados cómo él y Moreno saben en qué dirección hay que asignar los recursos. Cristina se ha encargado de, insisto, repetir como un lorito el discurso de su marido diciendo que se ha demostrado que la acción del Estado en la economía desmiente las bondades del liberalismo. Más allá de que desde el atril ha demostrado en infinidad de veces que no sigue el sano principio de poner el cerebro en funcionamiento antes de poner la lengua en movimiento, lo concreto es que Néstor, que es quien gobierna en los hechos, nunca va a lograr que la economía funcione eficientemente porque como mete la mano en toda la economía, distorsiona los precios relativos de tal manera que impide que los recursos se asignen de acuerdo a lo que necesita la gente. Nuevamente, para él la producción es el fin y no un medio para satisfacer las demandas de los consumidores. Sumergido en esta ignorancia económica, necesariamente la economía va a andar a los tumbos. Un ejemplo claro fue el de su intervención en el sector agropecuario. Destrozó la ganadería y la industria láctea y después se quejó del yuyito. Entonces decidieron que había que limitar la producción del yuyito y producir carne que el Estado no permite exportar. En rigor, la limitación a la producción del yuyito fue el discurso que le armaron a Cristina para tratar de esconder que lo que buscaban del odiado yuyito no era otra cosa que la caja necesaria para financiar el populismo que llevan a cabo.
En síntesis, tenemos un serio problema, porque Néstor nos ha metido en una crisis monumental y, además, no tiene capacidad ni conocimientos para resolver el lío que armó. Confunde cosas tan elementales como fines con medios, como el caso de la producción como fin en sí misma y producir para satisfacer necesidades de la gente. Si alguien desconoce este concepto básico de economía y, encima, está a cargo de ella y, para peor, cree que sabe, la supervivencia de los argentinos está en manos de la providencia divina.
Economía Para Todos
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