Se impone velar por el orden social haciendo respetar las normas de convivencia humana. Progresiva desaparición de la moral en la vida política del país.
Por Nélida Rebollo de Montes
¿Cómo mantener la serenidad ante la demencia de ordenar a la policía y a gendarmes a enfrentar la continuada violencia, desarmados? ¿Cómo pensar que son serias las acusaciones que hace la Ministro de Seguridad, Nilda Garré, contra políticos de la oposición, sin ninguna prueba y sin que la cúpula oficialista haya hecho una autocrítica moral y política?
La crisis nacional se ha convertido en crisis constitucional, hecho gravísimo, porque también desparece el Estado de Derecho. La conclusión no es otra que: Sin ley se ingresa en la jungla donde predomina el salvajismo.
Hay un rechazo generalizado a los argumentos de la Ministro de Seguridad, Nilda Garré, y del Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández y el canciller Héctor Timerman quienes astutamente acusan al Ing. Mauricio Macri, Jefe del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires y al político Eduardo Duhalde de los incidentes violentos que causaron activistas que ocuparon predios en Villa Soldati, en Villa Lugano y otras usurpaciones y agresiones a sus legítimos dueños. Los acusadores no reprimieron con la ley para poner orden y seguridad. Tomaron una actitud absurda para atacar y extender la culpabilidad de sus incoherencias a los demás.
Nilda Garré dio una conferencia de prensa que se caracterizó por las permanentes imprecisiones e imputaciones falsas sobre quién o quiénes son los responsables de la violencia callejera con corte de calles, rutas y otras ocupaciones, incidentes y disturbios graves en Constitución. Sin embargo, atribuyó en la controvertida conferencia de prensa culpabilidades, involucrando a políticos opositores de las sediciones y de paso, esas autoridades guardaron silencio sobre el copamiento de la comisaría de Glew, pretendiendo hacer creer que la acción política los obliga a aceptar el servilismo.
Una vez más la cúpula gubernamental jugó astutamente con la tensión de lo inhumano para disimular la ausencia de autoridad y falta de presencia en los gravísimos hechos de violencia y sin ninguna autocrítica moral y política de quienes alzan el dedo acusador.
Aquí no se trata ni de derecha ni de izquierda sino de lo que sucede por no hacer respetar los derechos individuales, las libertades personales y los procedimientos constitucionales como es ley en el liberalismo. Se ha entrado nuevamente en una fase en la cual el poder se vuelve frío y áspero en la discusión con la que intenta descalificar a los que no piensan ni actúan como ellos, precisamente cuando impera la barbarie y el salvajismo. En los hechos cultivan las provocaciones y amparan al agresor.
Tenemos entendido que en una democracia el poder del presidente y ahora también de la ministro de seguridad debe estar dentro de lo que establece la Constitución, es decir bajo control constitucional y apoyo legal. Si esto no se cumple las jerarquías nombradas están fuera de la democracia. El Poder Judicial de la Nación desde el punto de vista constitucional cumple la función de controlar a los restantes poderes en la medida de que ellos también ejercen, de acuerdo con las leyes, el poder público. Desde el punto de vista jurisdiccional, el Poder Judicial de la Nación asigna normas jurídicas para dirimir conflictos, que la Constitución define como “el conocimiento y la decisión de todas las causas regidas por ella y por las leyes de la Nación” (art. 116) También acorde con lo que establece la Corte Suprema de Justicia de la Nación cuyas sentencias tienen que cumplirse; no obstante hay desobediencia sin tener en cuenta que el pueblo espera ejemplaridad de sus autoridades. No se conforman con violar la ley sino que buscan por todos los medios de agraviar a la justicia cuando no se somete a sus arbitrariedades.
Uno de los tantos allegados al gobierno, Ricardo Jaime, Secretario de Transporte, que es la encarnación misma de la corrupción goza hasta el momento de impunidad. Se mueve en libertad como si nada hubiera hecho. Tampoco la agresión y el insulto de los sediciosos y revoltosos e infinidad de actos de corrupción que salen a luz no despiertan ninguna iniciativa de sanción.
La Ministro de Seguridad, Nilda Garré, mantiene un punto de vista erróneo y reaccionario. ¿Busca una sociedad revolucionaria? Si no es así hay por lo menos una contribución a la alienación, pretendiendo hacer creer que el país no es la imagen auténtica de lo que se ve sino la forma en que se percibe. Lo mismo pasa con la inflación: “ésta no existe”, para los que manejan los números a pesar de ser junto a la inflación de Venezuela de Hugo Chávez, una de las más altas en el mundo.
La negación de lo evidente demuestra que los que gobiernan, incluidos los funcionarios, no saben vivir fuera de las rígidas cadenas de la ideología del partido. Sin embargo, consideran poco menos que herejes a los que no están con ellos y, por lo tanto, los desprecian y quieren silenciarlos y perseguirlos hasta la destrucción. En nuestro país se ha abolido la disciplina, el orden, la obediencia, el respeto a la vida y la sensibilidad moral con olvido del orden social como un valor imprescindible. Vamos por mal camino y se nota diariamente en la convulsión que provocan grupos y fuerzas que responden al kirchnerismo, entre ellos, La Cámpora, maltratando a poblaciones que antes fueron ejemplo de vida apacible y de trabajo continuado.
En política, la opinión y la acción deben encontrar su mayor exigencia y su mayor vigilancia en aras de la salud del cuerpo político, el que necesita una imprescindible preocupación por la honestidad, la decencia y la vida del espíritu para diferenciar la democracia de la autocracia ideológica. Hace falta una mayor comprensión de la época y una actuación honesta ejemplarizadora para superar la discordia civil.
Ha llegado el momento de desechar la inercia y la indiferencia cargada de maldad para defender los derechos de los semejantes, velando también por el orden social, el respeto a las normas de convivencia humana, de estimación a los valores morales y espirituales. De lo contrario ocuparemos el lugar de los inhabilitados morales.
Se ha adoctrinado a jóvenes a los que se les concede sueldos altísimos para que intervengan en actos y actividades de los que se manifiestan públicamente con sentido crítico y mantienen un alegato a favor de la democracia y condenan el totalitarismo. Desde el poder político pareciera que no les preocupa la extrema violencia que se ha instalado en todos los sitios posibles donde la gente que trabaja, al regresar a sus hogares, se encuentra rodeada de escándalos impresionantes con cualquier pretexto.
Es una temeridad apañar y justificar desde el poder esos desbordes criminales cuyos protagonistas terminan por matarse unos a otros, mientras las órdenes dadas por el gobierno a la policía y gendarmería es no usar armas ni gases lacrimógenos, ni balas de goma ni elemento alguno que los pueda resguardar de la violencia manifiesta que ya ha demostrado falta de respeto hacia las fuerzas del orden.
El pueblo argentino está azorado y descreído. Para generar confianza hay que decir y reconocer la verdad. Duele observar la falta de coraje y determinación de la dirigencia política que ha olvidado sus ideales, mientras otros favorecen el terrorismo en el que se mueven personajes siniestros.
La Ministro de Seguridad no quiere entender que el uso de la fuerza se justifica cuando hay avasallamiento de la ley y que la agresión necesita represión. Por el contrario, echar vilmente la culpa de la crisis de violencia en los casos señalados al Jefe de la Ciudad de Buenos Aires, Ing. Mauricio Macri y su equipo, es una mentira aviesa con la intención de inhabilitarlo moralmente.
El accionar de la flamante Ministro de Seguridad impide encontrar el camino de la tolerancia y sinceridad para evitar que se malogre el derecho de los atacados y desposeídos por los grupos violentos. Seguramente la torpeza es un factor considerable en la historia por eso uno debe enfrentarse con las amenazas satánicas para descubrir las tortuosas alianzas que se establecen con respaldo del gobierno.
Ante los acontecimientos gravísimos que se suceden, la oposición debiera actuar y ver más allá de la propia elección. Queda la opción: Vivir en un país totalitario o en un país democrático; elegir el sometimiento o la libertad. Esto es algo fundamental, pues así nos definimos lo que somos y lo que queremos ser.
Los totalitarismos aparentan unidad; los democráticos revelan públicamente sus desencuentros. Ahí está el peligro. Hay que aprender a ser más sutiles y no dejarse acorralar por las apariencias. Hay que profundizar el fenómeno totalitario en el que se revuelcan los Hugo Chávez (Venezuela); los Rafael Correa (Ecuador); los Hermanos Castro (Cuba); los Daniel Ortega (Nicaragua) y sus amigos y aliados de la Argentina y Brasil con vínculos con el terrorismo internacional.
Hay que recordar los tiempos en que el mundo entró en un proceso de violencia y de supervivencia con satánico exceso, al crear una potencia militar en nombre del marxismo. La historia es imprevisible. Sin embargo, el gobierno actual de la Argentina ha desmantelado las Fuerzas Armadas y la Policía. Pero aún hay dirigentes políticos que pueden ser faro del poder futuro, no hay que despreciarlos si no queremos la catástrofe.
Cuando se habla de orden no se habla de fuerte represión, sino de ley, de código. Basta de enturbiar el entendimiento para que aniquilen al que tiene razón y ocupen un lugar de respeto en la sociedad, ahora divorciada de la Constitución.
Nélida Rebollo de Montes, Profesora y periodista, distinguida con el Premio Benefactora de la Cultura. Ingresó en la Academia Provincial de la Historia con el trabajo titulado “Mujeres de mayo y prácticas electorales de 1816”. Con el voto unánime ingresó a la Sociedad Argentina de Escritores, institución que la distinguió con la “Pluma de Oro”, con la “Faja de Honor” y el “Gran Premio de Honor”. Autora del libro “Nuestro Tiempo y Nuestras Razones”, que incluye artículos de su profesión periodística, afrontando la difícil tarea del comentario instantáneo sobre los acontecimientos que se suceden diariamente. La gente valora en ellos el estudio relevante sobre el presente. El libro figura en las Universidades de Yale, de Columbia y en el catálogo online de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos de Norteamérica.
Su Ensayo “Rosalía de Castro. Antonio de la Torre : dos testimonios de la pasión poética” fue incluido en la Biblioteca de la Universidad de Santiago de Compostela de España, en la Biblioteca Pública de Nueva York y en la Universidad Stony Brook de Nueva York de Estados Unidos de Norteamérica. Fue galardonada, en 1986, con el premio internacional “Honoris Causa”, otorgado por la Acción Católica Argentina con sede en Los Ángeles, Estados Unidos de Norteamérica. En el mismo año, la Comisión Interamericana de Mujeres de la Organización de Estados Americanos (OEA) la premió en el año internacional de la Paz.
Fue elegida, en 1990, “Ciudadana Ilustre” de la Municipalidad de la Capital de San Juan y condecorada, en 1994, por el Diario la Razón. El Centro de Artistas Plásticos de San Juan la consagró, en el mismo año, “Benefactora del Arte”. Tres veces premiada, en 1997, 2001 y 2005, por ADEPA (Asociación de Entidades Periodísticas de la Argentina) y, en 1990, con el “Santa Clara de Asís”.
La Dra. Rebecca Ann Bill de la Universidad de Stanford de California, Estados Unidos, contratada por FORES (Foro de Estudios sobre la Administración de Justicia de la República Argentina) consultó como fuente de de información un artículo periodístico de la Profesora Nélida Rebollo de Montes (argentina) titulado “La Suprema Corte de Justicia en la Presidencia de Mitre” y un libro del Dr. Harold J. Berman (estadounidense) de la Universidad de Cambridge y profesor emérito de la Universidad de Harvard. De ambos autores la Dra. Bill utilizó datos para su obra de investigación “Medición de la autonomía judicial. Juzgado Federal de primera instancia en lo penal de la República Argentina".
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