sábado, 18 de diciembre de 2010

Políticos al desnudo

Faltan pocos días para que toda la sociedad argentina brinde por la paz, esperando siempre algo mejor para el año que asoma. Salvando las distancias y desandando los siglos, el niñito de Belén, perteneció al sector de los excluidos, marginados y perseguidos.


Por María Herminia Grande

Semana tras semana es imposible no reflejar y/o puntualizar situaciones que nos alejan de la paz y de las esperanzas de algo mejor. Ya no es sólo el gobierno nacional el que muestra su desnudez. Es la política quien así se manifiesta. Sin victimizarnos y/o autoculparnos la corrupción se ha insertado de una manera tal en nuestro país, que la preocupación política es el negocio y no la transformación y el progreso de la república. A las carencias que viene teniendo Argentina: falta de visión estratégica, de planificación, de saber hacia dónde se quiere ir; se le suma la ausencia drástica de Néstor Kirchner quien representaba con su jefatura, la autoridad. (No implican estas palabras valoración positiva alguna, sólo reflejan la realidad). Hoy se observa carencia de autoridad.
Los bancos no tienen política de créditos accesibles a la hora de construir viviendas, ni siquiera para familias en las cuales sus cabezas tienen trabajo en blanco y una remuneración aceptable. El gobierno no puede ignorar esta situación. Tampoco que el mayor salvajismo del capitalismo se dé en las villas porteñas, donde una habitación para la hacinación puede costar entre 600 y 800$.
Argentina tienen provincias pero no autonomía. Tampoco tiene gobernantes de provincias que intenten tenerla, salvo alguna excepción. El gobierno central no puede ni debe ignorar esta situación. Si la visión estratégica de los gobiernos centrales hubiese planificado el desarrollo a lo largo y a lo ancho de Argentina, hoy no tendríamos la primera herida abierta: 30% de pobreza… ¡12 millones de personas!... Desde los despachos oficiales y aún desde los que no vivimos esa situación, la pobreza resulta un hecho del cual se habla pero no se conoce. También es cierto que tampoco se quiere conocer. Es común que al calor del calendario electoral unos y otros realicen visitas de “agenda apurada” a estos lugares y rápidamente busquen refugio en algún lugar climatizado. El gobierno central no puede ignorar esto. La desesperación del que nada tiene no valida cualquier actitud. Pero sí debe servir para que los responsables realicen una profunda introspección sobre la forma en que vienen desarrollando sus políticas. Si se fomentasen las economías regionales estas migraciones forzosas no se producirían. ¿O acaso creemos que a alguien le gusta vivir tirado debajo un puente, o bajo un techo de cinc con las moscas de compañía?
La crispación por la falta de autoridad que hoy vive nuestra sociedad lleva a la incomprensión del otro. Por eso, frases altisonantes en desmedro de quien está condenado a la pobreza se escuchan por todas partes.
Doce años atrás desde el libro “Para cambiar lo que duele” se planteaba que “ Al mundo lo acechan enemigos grandes y/o pequeños. Y sin temor a equivocarme –señala su autor, Jorge Giorgetti- puedo decir que el peligro más enorme es el de la pobreza. Es bueno preguntarnos dónde reside la peligrosidad de la pobreza: en el desgarro que su dolor causa. Tanto invertimos la causa, que el pobre se sintió y se siente culpable de su pobreza. Y por ser pobre se le desconfía, se lo maltrata, se lo discrimina, se lo rechaza y además se lo usa… Se lo usa porque le inventamos etiquetas de indolente., alcohólico, peligroso, vago, y con ello justificamos nuestra inacción política, nuestro egoísmo, nuestra falta de solidaridad… y no quiero olvidarme de quienes usan la pobreza de los pobres como empleo permanente, estudiando soluciones que nunca se convierten en realidades!
La sociedad vivió la angustia de lo sucedido en el parque Indoamericano. También aparecieron todo tipo de especulaciones políticas junto a los dichos altisonantes de los actores principales: el gobierno nacional y el gobierno de la ciudad de buenos aires. Ambos fracasaron. Porque hubo muertes. Como fracasó Acevedo en Santa Cruz con el asesinato de Sayago. Como fracasó Sobisch con la muerte de Fuentealba. Como fracasó Isfrán con sus muertes recientes en Formosa. Como fracasaron las distintas oposiciones políticas que desaparecieron de escena. Una mínima expresión de la legión de pobres que hoy existen, se hizo notar de la peor manera para ser tenidos en cuenta. La pobreza no se soluciona con planes sociales, puede amortiguarse y/o “hacer el aguante” mientras se ordenan las políticas de fondo. No hay solución sin creación de empleo. La vivienda tan solicitada, es un motor de la economía y del empleo. Paradójicamente, la solución está en el problema. Dice Tomás Abraham: “la seguridad, el miedo, las necesidades del hombre, forman parte de nuestras vidas y no es sólo una cuestión política, es casi una situación existencial, necesitamos leyes y autoridades para dormir con los ojos cerrados”

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