viernes, 31 de diciembre de 2010

El desafío para Cristina: viene...

Al mismo tiempo que el peronismo ungió a Cristina Fernández como su “líder espiritual” (casi como a Eva Duarte), la Presidente lanzó la desperonización del PJ o montonerización del Partido Justicialista, es decir, el proceso por el cual se va a reemplazar a Juan Domingo Perón por Néstor Kirchner como figura central partidaria.

Dijo textualmente Cristina Fernández: “Debemos ser amplios y ofrecer participación a todos. Los próximos años serán de cambios aceleradísimos. Quien no entienda o no decodifique esos cambios se quedará rezagado. No quiero que el peronismo no sepa interpretar correctamente el momento histórico que vivimos. De allí la apertura y la incorporación de miles de jóvenes a la política”.

De esta forma, al mismo tiempo que el peronismo ungió a Cristina Fernández como su “líder espiritual” (casi como a Eva Duarte), la Presidente lanzó la desperonización del PJ o montonerización del Partido Justicialista, es decir, el proceso por el cual se va a reemplazar a Juan Domingo Perón por Néstor Kirchner como figura central partidaria, desplazando la vieja tradición peronista por un peronismo de izquierda, que llamaremos kirchnerismo transversal, es decir, lo que quería Montoneros el 1º de mayo de 1974, cuando el viejo general los echó de la Plaza de Mayo.

La movida de Cristina Fernández no es casual ni inesperada, desde que juró Néstor Kirchner, el kirchnerismo se vio como etapa superadora del peronismo y la muerte del santacruceño fue entendida por el entorno de la Pre-sidente como el mejor momento para lanzar la mutación ideológica.

Es clave la frase “no quiero que el peronismo no sepa interpretar correctamente el momento histórico que vivimos. De allí la apertura y la incorporación de miles de jóvenes a la política”. El impacto que tuvo en Cristina Fernández la presencia de militantes de La Cámpora en el velatorio de su esposo, le hizo ver el momento y la militancia sobre la cual recrear un nuevo partido peronista, más de izquierda, que reniegue de su pasado filofascista, anticomunista o neoliberal.

El peronismo hoy no es una ideología sino una cultura política, un conjunto de sentimientos, un discurso de presentación, una praxis, un estilo de control del aparato político, un ejercicio personalizado del poder y una tradición a la que recurrir.

Para muchos es un franchasing que pueden usar y acomodarlo a su persona o a su momento histórico, como ocurrió con Carlos Saúl Menem y Néstor Kirchner. Pero el discurso de Cristina Fernández frente al Consejo Nacional del PJ también sirve para trazar un paralelo con 1952, cuando muchos peronistas creyeron que, al ver las millones de personas llorando que causó la muerte de Evita, se podrían asegurar 100 años de gobierno.

Hoy, con el fallecimiento de Néstor Kirchner y el dolor que expresaron miles de jóvenes, muchos kirchneristas creen que tienen asegurados 100 años de gobierno y que podrán obtener lo que fracasaron en imponer hace 35 años.

Arrinconados por su discurso oficial que sobredimensiona sus logros, por la particular percepción de la realidad y por una lectura equivocada de la historia, el kirchnerismo está por cometer el mismo error que el peronismo de 1952 y los montoneros en 1974.

Además, como cuando Raúl Ricardo Alfonsín quiso hacer de la Unión Cívica Radical un partido de izquierda, lo partió. Cristina Fernández, al fabricar un peronismo de izquierda, quizás también rompa al viejo PJ.

Una primera escaramuza del choque entre los dos peronismos se vio en la Capital Federal.

Aunque el Gobierno asegure que Mauricio Macri es su enemigo, el lanzamiento de Amado Boudou como candidato a jefe de Gobierno puso en vilo al PJ porteño y obligó a Daniel Filmus a llamar a un abrazo forzado con el ministro de Economía para ocultar lo que, para estas horas, es una ruptura en ciernes del oficialismo capitalino.

Sin embargo, el discurso de Cristina Fernández, la avanzada de Amado Boudou y la desperonización del gabinete, han comenzado a generar dudas en las huestes peronistas.

Por eso, el ministro de Planificación, Julio de Vido, antes de casarse e ir de luna de miel, tuvo que lanzar la “Operación Clamor” para la reelección, para que nadie “saque los pies del plato”. Ante el clima político enrarecido, los gobernadores acomodan el cronograma electoral en sus provincias para aprovechar la mejor imagen que tiene el Gobierno (o tenía hasta la toma del Parque Indoamericano) pero sin quedar pegados con las necesidades y planes de la Casa Rosada.
Ya decidieron adelantar las elecciones Tucumán, Tierra del Fuego, Catamarca, Chubut, Salta y Santa Fe.

Dudan adelantar las elecciones Mauricio Macri, como siempre; Neuquén, Córdoba y San Luis. Además, la Casa Rosada no sabe qué hacer con las colectoras, con la interna abierta y con la inmensa lista de gobernadores, intendentes, diputados y senadores que buscan y desean la reelección y no le dan espacio a La Cámpora en las listas locales.

Retener el poder hasta irse o buscar la reelección, querer cambiar al Partido Justicialista y asegurarle supervivencia al kirchnerismo, colocar a La Cámpora como la nueva Juventud Peronista y lidiar con el sindicalismo son acciones titánicas para una persona, aunque se llame Cristina Fernández. Pero si la Presidente no puede evitar un corte de calle, recuperar el Club Albariños e institucionalizar punteros descontrolados y tiene que crear un feriado bancario para vaciar las calles de la Capital Federal, domar al viejo Partido Justicialista puede ser una tarea que no pueda cumplir.

(*) Conductor del programa “Sin saco y sin corbata” Radio El Mundo AM 1070, domingos de 11:00 a 13:00

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Contacto: politicaydesarrollo@gmail.com

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