Al gobierno Plurinacional, Pluricultural, Monárquico, Multiétnico, Multifacético, y Multiridículo de Evo Morales, se le acabó la plata para derrochar. Al célebre estadista altiplánico le demoró cuatro años encarar la cruda realidad.
Por José Brechner
Después de llenarse los bolsillos contrabandeando combustibles al Perú y países aledaños, Morales no puede seguir manteniendo el precio ficticio de la gasolina que congeló desde que nacionalizó las refinerías.
El magnánimo socialista no tiene cómo cubrir sus gastos porque, entre otras cosas, Brasil –principal comprador de la cocaína boliviana--se puso duro con el narcotráfico, que era la fuente de ingreso adicional de los burócratas indigenistas.
Lula después de sus largos años de presidente en los que permitió que en las favelas no exista la ley y que la droga sea el principal medio de sustento, decidió hacer buena letra apenas aseguró la continuidad del Partido de los Trabajadores en el gobierno.
En su último acto sonoro atacó violentamente algunas poblaciones marginales y se hizo ver ante el mundo como legalista. Ya no podía esconder la evidencia de las denuncias que recibió por su indiferencia al crimen o su complicidad con los narcos.
En el Brasil la mafia se está volviendo más grande y fuerte que el estado. Y cualquiera que es más grande que el más grande en o país mais grande do mundo, o por lo menos de Sudamérica, es peligrosísimo. Algo parecido está sucediendo en México y en menor escala en la Argentina.
El gobierno de La Paz no tiene ese problema, sigue siendo el mayor productor y exportador de la cocaína boliviana. Con él compiten decenas de miles de pequeños narcotraficantes independientes que no tienen la organización de los temibles carteles, de manera que no son una amenaza para Morales.
No obstante la seguidilla de problemas que se le vienen encima lo pondrá en el inevitable lugar que les toca a los progres cuando ven que sus subsidios no pueden hacer que el mundo sea barato y que la inflación no exista.
El efecto multiplicador de la inflación que produce la suba de los combustibles, especialmente cuando suben de golpe 80%, es demoledor hasta para una economía como la de Suiza. Bolivia que está tan bien manejada como el país del queso, va a sentir el golpe con fuerza brutal.
Además de que no puede seguir con los demagógicos subsidios, a Bolivia se le está acabando el gas. En vez de albergar reservas para los próximos 25 años, como calcularon los lúcidos administradores socialistas, estas sólo durarán nueve más. Un error que se le pasa a cualquiera.
El Litio y los demás minerales que guarda el bendecido territorio está en manos “del pueblo”, no de quienes pueden explotarlo y generar ganancias. Está prohibido adquirir minas a menos que el comprador sea una cooperativa indígena.
No se trata de racismo es solamente “justicia social” a favor de los menos favorecidos, que como no tienen ni dinero, ni conocimiento, ni infraestructura para producir, pueden sentarse en sus montañas por siglos sin extraer un gramo de riqueza. Es la vieja tradición boliviana de veneración a la miseria.
Empezó la cuenta regresiva para el ecologista pirómano de bosques, el notable científico especialista en virilidad, el teólogo exégeta del animismo, el exitoso economista marxista-leninista, el distinguido diplomático mascador de coca, el profundo futbolista intelectual, prolífico orador e historiador: Dr. Honoris Causa Evo Morales. Su mentor Hugo el venezolano, está en las últimas, con una situación económica peor a la de él y no puede socorrerlo.
Tomando en cuenta que Morales pasó de vandálico piquetero al palacio de gobierno, se equilibró por mucho tiempo. Ahora se trata de pensar y trabajar, y de eso no entiende mucho. Por eso su vicepresidente empezó a tomar su puesto, reemplazándolo circunstancialmente. Desafortunadamente, en Bolivia el reemplazo circunstancial es más adictivo que la droga y más de uno se sentó en el asiento presidencial por unos minutos para no volverse a levantar.
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