domingo, 19 de diciembre de 2010

Un duro golpe de realismo

La decisión de tres grandes países de la región, Brasil, México y Chile, de negarle apoyo a la Argentina es una advertencia grave: en un tema tan sensible para los países centrales, no se puede hacer las cosas mal, durante muchos años, y luego pedirles a los amigos que nos salven de sufrir las consecuencias.
Por Adrián Ventura

Esta semana, le tocó a José Sbattella, titular de la Unidad de Información Financiera (UIF), poner la cara y dejar expuestas todas las flaquezas de nuestro sistema. Pero la situación no es sólo imputable a él.

¿Hizo las cosas mal la Argentina en los últimos años? Sí, no hay duda.

En 2000, se incorporó al Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) y sancionó la ley 25.246, contra el lavado de activos. Fue un primer avance, apenas formal. En 2003, el GAFI realizó la segunda evaluación y comprobó que la Argentina había dado el segundo paso, también formal: había creado la Unidad de Información Financiera.

El problema llegó cuando el GAFI quiso mirar bajo la superficie.

La UIF siempre fue ineficiente. En diez años, la Justicia no dictó ninguna condena. En septiembre de 2007, a instancias del ex coordinador de políticas nacionales, Juan Félix Marteau, el ex presidente Néstor Kircher adoptó la agenda nacional antilavado, pero en 2008 el tema cayó en el olvido. Ese año, el GAFI ya apuraba la evaluación, pero la Argentina se salvó de una mala nota porque el reemplazante de Marteau, Alejandro Strega, logró que se postergara la evaluación. Mientras, el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, trataba de explicar que la ley de blanqueo de capitales no era contraria a la política antilavado.

Pero, finalmente, el momento de pasar la prueba llegó y al país le fue mal. En octubre pasado, el plenario del GAFI adoptó un duro informe contra la Argentina. El Congreso, sabiendo que el GAFI reclamaría nuevas leyes, no las sancionó. Y Sbattella, que había asumido en febrero, intentó evitarlo usando un camino sui géneris: realizó inspecciones ejerciendo atribuciones que la UIF dice tener, pero que la ley no le reconoce.

¿Podían Brasil, México y Chile, integrantes del Gafisud, haber apoyado ayer a la Argentina? No; ni siquiera tenían margen técnico.

Ante tanta despreocupación de años para mejorar el sistema antilavado, el país jugó dos cartas muy osadas: negoció a nivel diplomático para que Gafisud emitiera ayer un dictamen más favorable a la Argentina que el que emitió el organismo madre, el GAFI, y también le pidió al Gafisud que le pidiera al GAFI que postergara la evaluación de la Argentina. Los expertos internacionales dicen que nunca un país intentó una estrategia semejante, que podía haber enfrentado al Gafisud con el GAFI.

¿Puede Sbattella mejorar en apenas un mes el programa de acción de la Argentina, de modo de convencer al GAFI en febrero? La respuesta es que depende de dos factores. Primero, es posible que las delegaciones extranjeras crean que la Argentina tiene voluntad política de mejorar, pero intuyen que no hay conciencia de cómo hacerlo. Hay torpeza, improvisación y descontrol.

Y segundo, habrá que ver si el decreto que dictó la presidenta Cristina Kirchner el martes pasado, que busca transformar a Sbattella en titular de una super-UIF, alcanza para alinear a todos los operadores del sistema y actuar contra reloj.

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