Para unos es un monumento al fascismo, para otros un símbolo que honra a los muertos de la Guerra Civil española. El Valle de los Caídos, la megaobra que construyó Franco con presos políticos en el filo de la sierra madrileña, deambula como un fantasma en la memoria de los españoles.
Allí no sólo descansan los restos del ex gobernante, sino de cerca de 40.000 víctimas de ambos bandos del conflicto.
La Ley de Memoria Histórica del actual gobierno ha despertado voces a favor y en contra de su transformación o incluso de su demolición.
El recinto, formado por una basílica cavada en la montaña y una abadía benedictina, está coronado por cuatro evangelistas pétreos y musculosos que sostienen la cruz más alta de la cristiandad (150 metros de altitud). Desde allí se descuelga un horizonte de pinos y olmos que corta el aliento, tal como lo quería Franco. En 1940 comenzó su construcción que se prolongaría durante dos décadas.
"Es el único monumento de exaltación del fascismo que queda en Europa. Pedimos reparación para las víctimas del franquismo, que se retire la cruz porque no es una referencia del cristianismo sino del poder franquista, que se exhumen los restos de Franco y que el recinto se convierta en un museo de la memoria", le dice a BBC Mundo José María Pedreño, presidente de la Federación de Foros por la Memoria.
Esta semana la basílica ha vuelto a abrir sus puertas después de que el gobierno anunciara su cierre indefinido por problemas estructurales.
La Piedad, una escultura gigante de piedra, se ha ido cuarteando sobre las cabezas de los miles de turistas que se acercan por los inviernos y veranos extremos que la golpean.
Para grupos de ultraderecha o voces como la familia de Juan de Ávalos, escultor de la mayoría de figuras del recinto, el mantenimiento es en realidad el primer paso para el desmantelamiento del Valle de los Caídos. La Ley de Memoria subraya la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones alusivas al franquismo.
"Pedir la eliminación del recinto es comparable con la destrucción de las estatuas de los budas de Barmiyán por los talibanes en Afganistán. Su valor artístico es innegable además de ser uno de los monumentos más visitados de España", comenta Juan Van-Halen, senador del Partido Popular, derecha española.
"También las pirámides"
Durante décadas el valle ha sido el decorado obligado de las fotos de los recién casados de media España que se acercaban a conocer la guerra que no vivieron.
"Te puede gustar o no pero es un testimonio de una época. Hay que revisar al pasado pero no podemos borrarlo. Tendríamos que demoler las obras de los romanos, las pirámides de Egipto, ¿cuántos esclavos murieron en su construcción?", le pregunta a BBC Mundo la turista Mamen Santiañez.
Recientemente el Senado aprobó una moción para que el gobierno transforme el recinto en un monumento que honre la memoria de todos los fallecidos en la Guerra Civil, incluidas las víctimas de la represión franquista.
En ese sentido Pedreño señala que durante años el franquismo y símbolos como el Valle de los Caídos no se cuestionaban.
"Hasta el momento no se ha llevado al banquillo de los acusados a ningún franquista. ¿Cómo es posible que la justicia española persiga crímenes contra la humanidad en Argentina, Chile o China y que sea incapaz de mirar los crímenes del franquismo? Eso es como tener un cadáver debajo de la cama, por mucho ambientador que le eches termina oliendo", le dice a BBC Mundo.
Más grande que el Vaticano
La basílica, más grande que la de San Pedro en El Vaticano, tuvo que ser declarada menor para no competir con la Santa Sede. Al cruzar sus enormes puertas custodiadas por ángeles metálicos y gigantes, se abre un túnel de 260 metros cubierto de mármol por donde discurren capillas con escenas del Apocalipsis.
El frío y el silencio sepulcral desembocan en el altar donde están las tumbas de Franco y Primo de Rivera. Alrededor, los restos de unas 40.000 víctimas del episodio más sangriento de la historia de España.
Los defensores del monumento alegan que desde un principio se planteó como lugar de reposo para los muertos de ambos bandos en la guerra y que no tiene sustento la afirmación de que casi 27.000 presos políticos murieron en su construcción.
"Es una cifra absurda. ¿Dónde están esas familias? En la construcción participaron 2.500 presos que pidieron ir libremente porque conmutaban su pena con días de trabajo. No hubo más que diez muertos en 18 años de obras", señala el senador Van-Halen.
Exhumaciones y traslados ilegales
"Soy incapaz de ir al Valle de los Caídos, entre otras cosas porque allí está enterrado Franco. Para mí no es un monumento a las víctimas de la guerra como han querido disfrazarlo durante décadas, es un monumento de los vencedores", comenta a BBC Mundo la madrileña Alicia De Medina, quien perdió a su abuelo republicano.
Como su abuelo, centenares de víctimas del bando republicano fueron enterradas en el valle sin el consentimiento de sus familias.
Joan Pinyol, quien ha documentado cerca de 500 traslados ilegales, tuvo que decirle a su madre que en la tumba donde llevaba flores todos los años no estaba su abuelo sino en el Valle de los Caídos, junto a Franco.
A raíz de los casos de Pinyol el ex juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón abrió la investigación por la cual sería suspendido de su cargo por prevaricación.
El monumento sigue anclado en su pasado y en el monte de Cuelgamuros, el bucólico y silencioso paraje escogido por Franco después de su desfile de la Victoria por Madrid en 1940.
La ciudad había sido sitiada por los bombardeos y la hambruna. Quizás por ello la belleza del Valle de los Caídos parece cubierta por un manto de hiel.
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