Crece la violencia que Nilda Garré mira por televisión. En Constitución se pudo apreciar que el desarme policial incrementa los desbordes que son un peligro creciente. Los radicales siguen enojados por las afirmaciones de Videla sobre el apoyo de Balbín al pronunciamiento del 24 de marzo.
Por Carlos Manuel Acuña
La violencia está instalada en la sociedad argentina. No es difícil percibirlo en los hechos que se suceden a diario, en la reacción de las personas ante la menor contrariedad o diferencia de opinión, pero sobre todo en los robos sangrientos, de agresiones inútiles contra personas desvalidas o impedidas de resistirse. A veces o casi siempre resulta inexplicable. Ancianos atacados hasta matarlos para robarles botines escasos, apenas unos pesos o pertenencias prácticamente sin valor. ¿Qué sucede entre los argentinos? Algunos culpan a la televisión pero lo curioso - y significativo - es que los responsables de estos crímenes carecen de televisores para regodearse con programas cargados de violencia o las acostumbradas estupideces adormecedoras y promotoras de la degradación del lenguaje, el mal gusto del atuendo y las costumbres. Por contagio, esto puede incidir en esa violencia que comentamos e incluso en la crispación que caracteriza a los argentinos de esta época. Tal vez haya que explorar en la ausencia de perspectivas y en la dificultad para encontrar trabajo; todo esto es cierto y concurrente, pero la violencia a la que nos referimos es esa exteriorización colectiva donde se mezcla la droga con la falta de dinero para satisfacerla, la nula o deficiente educación, la certeza de que las cosas no cambiarán y la facilidad con que se incitan acciones pagadas que se muestran como espontáneas. Así sucedió ayer en Plaza Constitución donde verdaderas bandas se unieron para saquear los pequeños negocios próximos a la estación ferroviaria y luego, porque sí, a producir incendios y romper todo lo que encontraban a mano. Rompieron persianas para ingresar en comercios que resultaron desvalijados más allá de los reclamos formulados por el gremialismo que cortó las vías del ferrocarril Roca como un acto de protesta. Sólo esto, como acto inicial, constituyó en si mismo una alteración del orden que forma parte del ánimo y la inestabilidad ciudadana e institucional de los tiempos que corren. El microPartido Obrero volvió a ser protagonista físico e ideológico y según parece, se muestra como combativo incansable.
A veces participan extranjeros de países vecinos que ingresan, casi siempre indocumentados, a gozar de los beneficios que se restan a los argentinos necesitados de esos servicios. Esto forma parte de la incapacidad de nuestros funcionarios, electos o de carrera pero preferentemente los primeros, para administrar la decadencia y buscar soluciones que nunca llegan. A veces se las promete pero nunca se siguen las medidas indispensables para lograr su cumplimiento. Esto que dejamos dicho también es una causa de la violencia que comentamos aunque la de ayer, más primitiva y puntual, se convirtió en un hecho político de magnitud. Antes, digamos que todo lo que dejamos comentado parece que es desconocido para Nilda Garré, la secretaria de Seguridad responsable de mantener el orden, frenar el delito común y crear normas de convivencia que hagan honor al título de las funciones que debe desempeñar. Garré, de acuerdo con su costumbre y estilo, comenzó por restarle capacidad operativa a la policía y anunciar con bombos y platillos que los desalojos que se multiplican y multiplicarán en este complicado escenario deberán realizarse por persuasión ante personas que en su mayoría desconocen el sentido de este vocablo. Agregó que para ello la policía no deberá portar armas y esto sí lo entendieron con claridad, tanto los ocupantes como los delincuentes en general. Así se modificó el comportamiento de quienes delinquen o desean hacerlo y en consecuencia avanzaron con actos más violentos con la seguridad que les otorga saber que los policías están desarmados. Menos Garré, todos sabían que esto iba a suceder y así, ayer por la tarde, los televidentes fueron testigos de una verdadera lucha cuerpo a cuerpo entre policías atacados por violentos que buscaban ampliar su espacio para mejorar las condiciones del saqueo. Inevitablemente, el número se impuso y los policías, golpeados física y moralmente, debieron retroceder para salvarse - ese el término exacto - y esperar refuerzos para el cumplimiento del deber.
Cuando éstos llegaron los primeros robos ya se habían cometido a la vista del público asombrado por la impunidad con que actuaban los violentos. Entonces comenzó la pedrea a escasa distancia pues eran conscientes que nada de balas de goma y mucho menos de plomo. Insultos cara a cara, actitudes desafiantes hasta que los policías debieron utilizar, con riesgo, sus bastones para protagonizar un enfrentamiento difícil de sostener. Sólo entonces apareció la segunda línea policial con el arma reglamentaria en la cintura pero para entonces la dinámica de la pelea - ¿es posible llamarla de otra manera? - se agudizó, se intensificó y puso de manifiesto una nueva táctica con la participación de policías de civil que facilitaron, con esfuerzo, las detenciones de los más revoltosos. Mientras tanto, los demás aprovechaban para romper persianas e incrementar los robos. ¿Miraba Garré la televisión para aprender algo de esta situación de violencia que se incorporaba a las numerosas ocupaciones ilegales y al cúmulo de versiones que transitan sobre la preocupada opinión pública? ¿Vio Garré a los policías heridos que debieron hospitalizarse...? ¿Qué comentó cuando fue informada en detalle de estos sucesos?
Nilda Garré y su amigo Horacio Verbitsky está más que involucrada con el intento de supervivencia de Cristina Fernández de Kirchner y su posible candidatura a la reelección presidencial, una posibilidad que se esfuma mientras crece la violencia que hemos descripto y la que amenaza con extenderse en la Capital Federal - como una forma alentada para afectar a Macri, fortalecido en el entredicho con el gobierno central - y en la costa atlántica. Si esto es así y tal como lo dijimos aquí varias veces, tendremos una perspectiva más que preocupante por delante y extendida en el tiempo y la geografía, tanto como para pensar que podrían adelantarse las elecciones. A los empujones, parece que se solucionó el problema de la falta de combustibles en plena cosecha, en tanto el mundo político, al margen de la violencia que la mayoría prefiere ignorar, teje y desteje la maraña de acuerdos electorales donde la figura de Daniel Scioli - por las suaves connotaciones que despierta - es disputada, desechada y tentada - todo al mismo tiempo - para eventuales entendimientos que aparecen y desaparecen en medio de un país descendido. Esto sirve para que la violencia haga su juego propio y no se olvide de Nilda Garré que es lo que ésta prefiere. Cristina, asustada, también desea que las cosas se tranquilicen y no quiere saber nada con la información de que al comienzo de los desórdenes mayúsculos de Constitución, la policía desarmada debió retirarse en medio de una lluvia de piedras y botellazos a la espera del arribo del temido camión hidrante que dió buenos resultados. Prefiere instruir a los jueces prevaricadores para que detengan a los presos políticos - militares prestigiados, además, por lo que les sucede - y dicten sentencias severas para utilizarlas políticamente el próximo 24 de marzo.
Ya que estamos, diremos que los radicales, molestos por las palabras del teniente general Videla que aludió al pedido de Ricardo Balbín para que se produzca el pronunciamiento militar lo antes posible, no han reparado que después de ese 24 de marzo de 1976, un tercio de los intendentes de la provincia de Buenos Aires pertenecían a la Unión Cívica Radical con especial autorización del Partido y que en córdoba, sucedió lo mismo con unos 200 intendentes que del brazo de Angeloz, aseguraron la presencia de la UCR en el escenario político y sobre todo en la Casa de Gobierno de la Provincia, un tema que con mayor amplitud, podríamos volver más adelante. Esto no es todo pues en otras provincias sucedió algo parecido, pero además, en otros niveles del poder cívico militar inaugurado en esa fecha, otras figuras radicales formaron parte del poder y tuvieron una gran influencia tal como sucedió en anteriores golpes militares que siempre contaron con el respaldo del radicalismo. Pero en el Proceso, también se contó con el de otros sectores. Balbín aconsejaba a sus correligionarios que frenaran los intentos de Raúl Ricardo Alfonsín de avanzar internamente para controlar a la UCR, lo que no logró en vida del viejo caudillo. Cuando el hombre de Chascomús logró el dominio partidario, ya entregado el gobierno a los civiles, fue el ex estudiante del Colegio Militar el primero en abrir las puertas al progresismo, a la persecución y al resentimiento que hoy usufructúan, entre otros, los montoneros Garré, Verbitsky, Kunkel, Zannini y otras figuras menores pero igualmente responsables ante la Justicia.
Más información http://www.politicaydesarrollo.com.ar/
Contacto: politicaydesarrollo@gmail.com
1 comentario:
Los radicales que se enojan, vivían debajo de un felpudo en los años 70? o piensan que aceptar las cosas como eran en 1972/78 es políticamente incorrecto? Creo que ninguno de los actuales conductores tiene la altura moral ni política para intentar borrar con el codo, lo que Balbín escribió de puño y letra.-
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