viernes, 17 de julio de 2009

Los Kirchner y su abrazo de oso


El panorama se le ha complicado al matrimonio Kirchner que, visto el fracaso de sus políticas, necesita mostrar al mundo un resto de unidad y convocatoria que no pudo obtener en la última elección.

Por Juan Salinas Bohil

El matrimonio presidencial fue herido y está malito después del 28 de junio pero no tan acorralado como muchos piensan. Hay demasiado triunfalismo por parte de la fragmentada oposición y eso resta agudeza a las decisiones políticas: no es que algunos sean más sino que otros parecen menos. Hay quienes desconocen que un monarca que luchó bravamente por hacerse del trono peleará aún más por mantenerlo y buscará seducir, debilitar, dividir y aniquilar el accionar de sus opositores haciendo uso de todas las artimañas permitidas y de las otras (al rey todo se le consiente) para mantenerse en el trono. Quien no lo comprenda así, tiene un paso efímero o deslucido por los escenarios de la política criolla tan venida a menos.

Parece mentira que hayan pasado más de quince días de las elecciones cuando para la sociedad, las hojas del calendario se desprendieron en bloque como si hubiese transcurrido una eternidad. Es que una votación no soluciona los problemas, a veces, lamentablemente, suele agravarlos. Por ejemplo, continúa la ola de inseguridad con asesinatos, secuestros y robos al por mayor sin que a los administradores temporales de la cosa pública se les mueva un pelo que es, precisamente, el que no tienen de sonsos, y las huelgas se anticipan por parte de los gremialistas como manera de "presionar" a sus socios del empresariado nacional y popular que se encuentran muy cómodos negociando salarios con sindicatos únicos por rama con los que se entienden de maravillas. También están por llegar los aumentos del 21% para el personal de seguridad, más los 350 pesos mensuales "no remunerativos" que arriban en cualquier momento para los encargados de edificios, harán que vivir en propiedad horizontal pase a convertirse en un verdadero lujo. Han pasado las elecciones y como el aumento del gas, la inflación vendrá con todo pero no tanto, apenas si en el último mes alcanzó oficialmente el 0,4. La cifra, multiplicada por doce, susurraría un 5% anual, ¿No es maravilloso? Lo que no se entiende son los aumentos cercanos al 20% que logran los sindicatos. Un 8 ó un 10 serían más adecuados, pero ya se sabe que en Argentina la matemática no es una ciencia exacta.

Corre una época difícil porque los bolsillos nacionales, provinciales y municipales están vacíos y los administradores no tienen de dónde raspar una moneda. No obstante, para su beneplácito y congoja de los contribuyentes, como en el caso de los fondos jubilatorios, siempre encuentran un resquicio por donde meter la pala mecánica de su voracidad. Hasta el momento, el famoso superávit fiscal sirvió para pagar una parte de los intereses de la gran deuda externa y para mantener contentos a gobernadores e intendentes que, pese a todo, se encuentran a una brazada de defoltear nuevamente a sus distritos. No hay un mango y el viejo Gómez lo sabe porque hasta la financiación usuraria de Chávez (¿cuál no la es?) ha desaparecido. ¿Entonces?

En esta situación, el panorama se le ha complicado al matrimonio Kirchner que, visto el fracaso de sus políticas, necesita mostrar al mundo un resto de unidad y convocatoria que no pudo obtener en la última elección. De ahí que haya llamado a todas las fuerzas políticas reconocidas para "dialogar" en la Casa Rosada, no se sabe bien acerca de qué, pero la convocatoria encontró rápidamente el visto bueno de algunos interlocutores que no están o no quieren estar al tanto de la jugada presidencial. Si ahora se dialoga es porque antes no existió tal práctica y esa situación se produjo por obra y gracia del Ejecutivo que, al decir de la oposición, utilizó a la mayoría automática que tiene en el Congreso como una simple escribanía para apoyar a rajatabla proyectos que perjudicaban al país tanto como para imponer una especie de socialismo trasnochado y "transversal" con color y olor a petróleo. Esa actitud sólo cesó por medio de la fuerza y nada más que por ella cuando la famosa Resolución 125 llevó al sector agroganadero y a la clase media a salir a las calles y rutas en contra del afán autoritario de la pareja presidencial y muchos de sus partidarios. Ese empecinamiento dictatorial continúa hoy día cuando desde el régimen aún se achaca la derrota en las urnas a "fallas" en la comunicación de la gestión gubernamental, la acción de los medios de comunicación "opositores" y por haber sido víctimas de la "vieja política", galimatías que encierra un desorden mental de quienes no han dejado triquiñuela sin ejecutar ni fondos sin repartir para intentar ganar un voto.

El Ejecutivo, los Kirchner, buscan ganar tiempo y desgastar a la oposición. Están en su derecho. Tiene razón la señora Carrió al ausentarse del encuentro y manifestar que el Congreso es el lugar del diálogo entre fuerzas políticas, diálogo que faltó en estos últimos seis años presidenciables por culpa ya se sabe de quién. El Gobierno debe gobernar correctamente, si quiere, y la oposición debe ayudar, si lo considera conveniente. Las urnas les darán luego la razón, o no. Pero la Casa Rosada debe hacerse cargo de lo que produjo sin intentar diluir responsabilidades entre fuerzas políticas que bien, como ella, a través de gobernadores enrolados en sus filas, podrían estar necesitando del dinero fresco que aportan organismos internacionales siempre complacientes para el financiamiento de cualquier despilfarro.

Correo de Buenos Aires

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