Cuando los rusos retrocedieron frente a Napoleón o a Hitler, su idea de "ganar tiempo" fue racional porque al final vendría el invierno, sepultando bajo la nieve a los invasores. ¿Pero cuál es la "nieve" que supuestamente espera Kirchner en nuestro caso?
Por Mariano Grondona
Es flagrante la contradicción entre lo que "dice" y lo que "hace" el Gobierno. Dice que quiere dialogar con quienes lo vencieron el 28 de junio y, de hecho, está celebrando con ellos en una serie de reuniones que sugieren la posibilidad de un cambio. Al mismo tiempo, sin embargo, insiste en "profundizar el modelo" derrotado en las últimas elecciones mediante decisiones como la incorporación en el Indec de funcionarios estrechamente ligados a Moreno y el estrechamiento aun más estricto del comercio exterior. Algunos se preguntan de qué serviría la rebaja de las retenciones a las exportaciones agropecuarias, por ejemplo, si la Oncca se empeña en estrangularlas cada día más, esta vez junto con las importaciones.
La explicación que circula sobre esta enigmática contradicción es que lo que está tratando de hacer Néstor Kirchner es, en definitiva, "ganar tiempo". Esta hipótesis parece envolver el enigma kirchnerista en un misterio porque, ¿qué espera conseguir mediante esta demora? ¿Es entonces "irracional" la conducta del ex presidente? No lo sería si, al término del período dilatorio que él mismo ha generado, el Gobierno estuviera esperando secretamente algún acontecimiento capaz de dar vuelta al curso de los acontecimientos. Cuando los rusos retrocedieron frente a Napoleón o a Hitler, su idea de "ganar tiempo" fue racional porque al final vendría el invierno, sepultando bajo la nieve a los invasores.
¿Pero cuál es la "nieve" que supuestamente espera Kirchner en nuestro caso? ¿Será quizás el desgaste y la división de sus opositores? A lo mejor Kirchner cuenta con repetir a su debido tiempo lo que alguna vez dijo Perón con posterioridad a su derrocamiento: "Fuimos malos, pero peores aún fueron nuestros sucesores". Después de perder la "guerra electoral" a manos de sus opositores, Kirchner habría iniciado según esta hipótesis otra guerra, esta vez de "desgaste", a consecuencia de la cual ya no sueña tanto en su propia victoria como en la derrota aun más amplia de sus actuales vencedores.
Si esta explicación es verosímil, quiere decir que el problema de la oposición democrática ya no es ganar la guerra electoral, que ya ganó, sino ganar además la posguerra electoral en la cual deberá demostrar que es capaz de gobernar mejor que los Kirchner. De esta manera, el peso de la prueba ante el tribunal de la opinión pública está pasando del kirchnerismo a sus rivales. Si éstos no muestran la unidad y la energía que hasta ahora no han probado, la carta de triunfo del kirchnerismo consistiría en exhibirlos como una nueva Alianza. Esta idea esencialmente destructiva, que ya no consistiría en imponerse sino a través de la destrucción, es por otra parte compatible con la índole del ex presidente, cuya concepción del triunfo es la derrota de los demás. ¿Qué hizo Sansón, según la Biblia, cuando se vió rodeado por los filisteos? Decidió perecer junto con ellos.
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