lunes, 20 de julio de 2009

El problema es la desconfianza

La desconfianza. Ese es el adversario más tenaz y más fuerte que enfrenta el gobierno de los Kirchner. Desconfían los políticos, los empresarios, gran parte de los sindicalistas y una porción no menor de la propia sociedad.

Por Joaquín Morales Solá

Sospechan de la autenticidad del proceso de diálogo abierto por el Gobierno, de la voluntad real de éste de negociar en términos homologables y de las intenciones verdaderas del oficialismo que podrían esconderse detrás de la convocatoria. ¿Cumplirá la conducción política sus promesas? ¿O sólo quiere ganar tiempo? Esas son las preguntas más comunes entre los protagonistas de la política.

¿Es normal tanta desconfianza? Fue anormal lo que sucedió durante el largo kirchnerismo. Debieron pasar seis años y una derrota electoral del Gobierno para que pudiera existir una foto que incluyera en un mismo acto a los gobernantes y a los funcionarios. La lógica amigo-enemigo que prevaleció durante más de un lustro no se borrará fácilmente.

La poderosa AEA, la entidad que agrupa a los principales dueños de empresas, ha deslizado, sin decirlo explícitamente, esa desconfianza. ¿Qué es, si no eso, reclamar un intenso diálogo entre los empresarios y la política cuando el diálogo supuestamente está en marcha? ¿Qué es, si no desconfianza, recordarle al Gobierno que los gestos serán siempre vacíos hasta que no haya un Indec creíble y un respeto mínimo a las reglas del juego del sistema capitalista?

El más duro y amplio documento público que hayan escrito los empresarios en los últimos seis años condicionó la actitud de los dueños del capital a modificaciones cruciales por parte del oficialismo en el manejo de la economía y de las instituciones. Unos 2000 millones de dólares salen cada mes del sistema financiero. No van a ningún lugar saludable. Es la prueba de la desconfianza.

Cristina Kirchner suele quejarse porque los empresarios les dicen una cosa a ella o a sus funcionarios y luego expresan otras cosas delante de los micrófonos. La más importante entidad empresaria pareció salir al cruce de esas ideas: expuso sus posiciones y sus argumentos antes de que fuera convocada al diálogo con el Gobierno. AEA cortó también los puentes de una eventual retirada: ahora no podrá decir en privado menos que lo que ya ha dicho en público. Las cosas son mejores cuando son claras. Las posiciones empresarias no debían seguir conociéndose sólo a través de trascendidos o de voceros innominados.

La figura de Guillermo Moreno viborea, de manera no explícita, a lo largo de ese documento. Los empresarios pidieron un sistema de precios construido sobre la competencia y no sobre las presiones oficiales; reclamaron también una agencia oficial de estadísticas que diga la verdad. Pocas horas después de la derrota, el matrimonio Kirchner les había asegurado a importantes gobernadores (a Jorge Capitanich, entre otros) que Moreno y el Indec pertenecían al pasado.

Sin embargo, forman parte del presente más que antes. ¿También forman parte del futuro? Las explicaciones de los que mandan consisten en decir que Moreno fue y es útil para los gobernantes y que, de todos modos, éstos nunca "entregarán" a un hombre leal en medio de intensas presiones para que vuelva a su casa de una buena vez. Esto es: no se irá mientras pidan que se vaya, pero podría irse luego, cuando nadie reclame su despido.

Así las cosas, cualquier esperanza se convierte en una fantasía. Los funcionarios cuestionados de Kirchner nunca se fueron en medio de presiones, porque las presiones existían, y menos se fueron cuando no había presiones, porque éstas no existían. ¿Son compatibles Moreno y Ricardo Echegaray, el jefe de la AFIP, con un tiempo de diálogo? No. Moreno y Echegaray son como las transgresiones de adictos recuperados que no han dejado el vicio , explicó un funcionario que merodea la cima. El diálogo y la ruptura cohabitan, entonces, en el mismo horizonte.

El diálogo y los acuerdos son una cultura que los argentinos desconocen. Desconocen las formas, y las formas son parte esencial de la política y de la democracia. Con sus formas, que no son las mejores, Néstor Kirchner tomó la decisión de empezar de cero. Empezar de cero significa que no acepta que el poder, aun menguado como el que le queda, se terminará en 2011. Necesita empezar, por lo tanto, por recuperar el liderazgo perdido de la Patagonia política. ¿Para qué se jactó de que podía hurgarle el gallinero a Mario Das Neves, gobernador de Chubut y empedernido contradictor de Kirchner? Das Neves tiene un deber de gratitud con el ex presidente, como lo tienen muchos de sus adversarios. Nada de todo lo que hizo Das Neves hasta ahora fue tan importante para su consolidación política como que el ex presidente lo desafiara personalmente.

Los errores políticos son posibles y probables en casos de desorientación y aturdimiento. Kirchner padece esos males: no percibió todavía que nada es como antes. La pertinacia del ex presidente lo llevó incluso a suponer que puede tumbar a otro gobernador de Santa Cruz. Daniel Peralta camina sobre una cornisa, con la mitad del cuerpo en el vacío. El proyecto del ex presidente consiste en la pronta destitución disimulada, o no, del gobernador. Sería el tercer gobernador de Santa Cruz que se iría empujado por el viejo mandamás de la provincia.

Olivos se ha llenado de una misma palabra: traición. Y, según Kirchner, Peralta es otro traidor. El método que está usando es el del ahogo financiero y el de la estrangulación política del mandatario de una provincia con un fenomenal déficit. A todo esto, ¿por qué Santa Cruz está tan mal de plata si todavía tiene los famosos dólares depositados en el exterior? ¿O, acaso, esos dineros ya no existen?

Hubo gestos dialoguistas, pero las formas no están. La Presidenta estaba aliviada el viernes, según manifestó claramente, porque ahora la responsabilidad de gobernar ya no es sólo suya, sino también de la oposición. La fórmula presidencial es sencilla: si sus opositores quieren quedar bien con los ruralistas, con las provincias y con los desposeídos, bajando impuestos, coparticipándolos y creando nuevos subsidios, deberán decirle a ella de dónde sacará tanta plata. El país tiene serios compromisos de pagos de la deuda de aquí a 2012 y creo que nadie quiere que dejemos de pagar, señala Cristina, mordaz. Otra vez hay una rara y distante coincidencia de la Presidenta con Elisa Carrió: Nos quieren hacer responsables de graves decisiones económicas, deslizó la jefa opositora antes de viajar al extranjero.

Tampoco el Consejo Económico y Social tomará esas decisiones; sólo dará opiniones (sobre políticas de Estado más que sobre la coyuntura), pero será la política institucional (el Gobierno y el Parlamento) la que deberá aprobarlas. Esa es la decisión de los que gobiernan. El problema de los funcionarios es que no saben qué hacer con los sindicalistas. Hugo Moyano no alcanza por sí solo, pero Moyano no quiere que ningún otro gremialista se siente en el Consejo. Los empresarios también libran sus luchas internas, pero las resuelven de otro modo. Tenemos tres o cuatro empresarios para conversar, pero no tenemos ni un solo sindicalista, subrayaron, desconsolados, los arquitectos del diálogo económico y social.

Cristina Kirchner está más contenta con los políticos que con los empresarios. Reconoce: los políticos no la engañaron, porque dijeron en público lo mismo que habían dicho en privado. Aun en el disenso, es evidente que la Presidenta se siente entre pares cuando alude a los políticos. A Néstor Kirchner le interesa, en cambio, más el diálogo con los que tienen el poder real de la economía. Sea como sea, el diálogo necesita también de un determinado clima, en el que el otro no sea visto como un enemigo y en el que los tiempos sean más elásticos.

Ese clima deben crearlo los políticos, los gobernantes y la propia sociedad. ¿Era necesario debilitar a un ministro clave como Amado Boudou vetándole la designación de un funcionario que es hijo de un militar acusado de violaciones de los derechos humanos? Los hijos no tienen la culpa de lo que hacen, o supuestamente hicieron, sus padres. ¿Quién destruyó una foto de Cristina Kirchner, y la agravió con mensajes de odio, en una exposición fotográfica al aire libre de la embajada de Alemania,en Belgrano?

El diálogo es una construcción lenta, ardua y necesaria, pero el odio es el artesano más eficaz de su fulminante destrucción.

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