martes, 21 de julio de 2009

La salida del kirchnerismo... ¿Probable hondurización de la Argentina?

El esposo de la Presidente Cristina Fernández ha echado mano, una vez más, de los ya conocidos fuegos de artificio para sacar de foco el debate interno sobre la manera en que él y su señora pueden deshacerse del problema de tener que permanecer en el poder hasta diciembre de 2011.

Por Matías Ruiz

En este caso, la maniobra de distracción pasa por el falso llamado a un diálogo que -Morales Solá dixit- va dirigido a nadie.

El objetivo es que los medios y lo que resta de la opinión pública pensante se ocupen de discutir sobre el destino de Guillermo Moreno y de la convocatoria dialoguista mientras, puertas adentro, el matrimonio presidencial se apresta a construir un escenario digerible para escapar a la responsabilidad de gobernar.

Pero, como clama más de un analista político avezado, la solución para el galimatías no es tan lineal. Los planes del núcleo duro del kirchnerismo para implosionar al país desde adentro y aprovechar el moméntum para montar en el avión presidencial y escapar no tienen ya demasiado margen de maniobra. La humillante derrota que Francisco De Narváez le ha propugnado en la provincia de Buenos Aires -que, aunque pocos lo sepan, fue por más de cinco puntos porcentuales-, complicó el panorama. Involucrar a la sociedad en un acto incendiario haría quedar a Kirchner y sus acólitos demasiado en evidencia. Las iniciativas que se manejaban desde la intimidad para hacer colisionar a los sectores sociales han fracasado. Como se supo desde que comenzaron a rozar la debacle, Néstor y Cristina jamás han deseado huir a lo De La Rúa, esto es, por la ventana. Antes bien, aspiraban a ayudar a la oposición para que los atasen de pies y manos y entonces poder escapar, señalando al agro y a los vencedores del 28-J con dedo acusador.

Entonces, ¿qué hacer? Si quedaba algún vestigio para emprender la retirada y dejarle la Administración a Julio Cleto Cobos, ahora ni las cenizas de aquel plan permanecen. Hecho fundamentado en que el Vicepresidente no tiene la menor intención de hacerse de la "papa caliente" hasta 2011, para que en ese entonces surja algún referente del justicialismo reorganizado y le cierre las puertas al panrradicalismo por la vía electoral.

Aquí reside el quid de la cuestión: nadie -ni opositores ni el Vice- desea quedar "pegado" en el sillón de Rivadavia para ser eyectado una vez finiquitada la tan temida transición. Por más magnetismo que genere el poder.

Y, al mismo tiempo, es tan inadmisible como imposible pretender que el matrimonio presidencial permanezca en la Casa Rosada contando los minutos. La sola consideración de este escenario permite presuponer una recesión todavía más aguda, con un inevitable incremento en la fuga de capitales -ya del orden de los US$10 mil millones semestrales-, inflación que no llegará a hiper -pero que se volverá más cruda- y una revalorización sostenida de la cotización del dólar frente a un cada vez más depreciado peso argentino.

Conviene detenerse en este punto para examinar los objetivos residuales de la oposición. No es cierto que sus referentes no tengan plan alguno. El plan inmediato es terminar de cercar al kirchnerismo, retaceándole apoyo legislativo, manoteándole los superpoderes y asestar, finalmente, el golpe de gracia: la eliminación o disminución superlativa de las retenciones a los productos exportables del sector agropecuario. US$9 mil millones de dólares sin los cuales Néstor Carlos Kirchner y su señora deberán arrodillarse sin vueltas.

Tal escenario tampoco le servirá al ex presidente para justificar la puesta en marcha del Sikorski. Planean los opositores prolongar la agonía y la humillación de los santacruceños, hasta que lancen alaridos de dolor. Podrá ser cierto que los vencedores de las legislativas de junio no tienen plan de gobierno pero, ¿se les puede reclamar por esta falta? De ninguna manera. Los comicios solo sirvieron para renovar bancas en el Congreso de la Nación. La sociedad no votó en forma anticipada para presidente.

En medio del incendio, Kirchner juguetea con la movida de matón de barrio para sostener al inefable Guillermo Moreno, al tiempo que confirma en el Gabinete a impresentables de la talla de Aníbal Fernández y Nilda Garré -que sigue acumulando decesos de pilotos de la Fuerza Aérea como ningún otro Ministro de Defensa de la historia del país-.

La Presidente Cristina Fernández, mientras tanto, se codea con la lacra latinoamericana que representan el ecuatoriano Correa, el nicaragüense Ortega, el bolivariano Hugo Chávez Frías y el depuesto dictadorzuelo hondureño Manuel Zelaya. Todo en pos de criticar al nuevo gobierno de la atribulada nación centroamericana.

Los Kirchner -pocos han observado esto- estudian con afán el escenario de Tegucigalpa, esperando sacar alguna conclusión aplicable para su propio estado de situación. Es lo único que les queda, aunque no es poco.

La frágil estadía al frente de Balcarce 50 podría tornarse en huída si se implantara una suerte de autogolpe, al mejor estilo Honduras. Falsamente "echados" de la Rosada, el matrimonio podría abroquelarse en Caracas con sus socios pro-FARC y acusar a los neogolpistas argentinos por echarlos a puntapiés del poder.

Como correctamente lo ha señalado el columnista Carlos Pagni en La Nación, las próximas semanas en el Congreso serán claves. Si acaso puede pensarse en una salida anticipada del kirchnerismo, tal hipótesis podría comenzar a cobrar forma en el momento en que los superpoderes sean acotados en el recinto y las retenciones al agro, reducidas. Muy probablemente, luego de esa instancia se escuchen los gritos desaforados de Néstor y su nuevo intento de convencer a su mujer para abandonar el barco.

Otorgarle más tiempo al ex presidente sería brindarle el espacio y las garantías para que proceda a la hondurización del teatro de operaciones político argentino.

El Ojo Digital

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