Este domingo se cumplen tres años de la última aparición pública de Fidel Castro, que dejó por enfermedad el mando ejecutivo pero rige aún los destinos de Cuba junto con su hermano Raúl, sin que el sistema se haya desmoronado, como auguraban sus adversarios, ni haya cambiado en lo fundamental.
Por Antonio Martínez
Analistas, diplomáticos e incluso opositores coinciden en que el régimen parece aún sólido, a pesar de ser bicéfalo y vivir una de sus peores coyunturas económicas, que obligó al gobierno a rebajar del 6% al 2,5% su meta de crecimiento de 2009.
”Hay que reconocer la estabilidad del modelo totalitario. Todo ha seguido atado y bien atado”, declaró a Efe el disidente Elizardo Sánchez, portavoz de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional.
Hay perennes discusiones en La Habana sobre si manda más Fidel o Raúl, y, si alguien comete el error de preguntar en qué medida manda cada uno, las respuestas divergen hasta el infinito.
”La última palabra la tiene Fidel”, afirmó Sánchez, siguiendo la opinión mayoritaria entre los cubanos, aunque no entre los extranjeros radicados en la isla.
Añadió que “es una bicefalia cómoda”, porque cada uno puede culpar al otro de lo que no funciona.
Muchos observadores creen que el quinto y el octavo de los nueve hijos del gallego ngel Castro han pactado sus dominios, aunque a veces trasciendan litigios fronterizos.
Diplomáticos europeos y americanos comentan que cuando Fidel hostigó a líderes extranjeros como el mexicano Felipe Calderón o la chilena Michele Bachelet, Raúl los apaciguó diciendo que el comandante opina exclusivamente a título personal, como ‘‘soldado de las ideas”.
Otros sostienen que el general Raúl Castro consolidó su poder en estos tres años, reemplazando a dirigentes afines a Fidel por sus propios fieles, procedentes la mayoría de las filas militares que dirigió por décadas.
”Muchos rojos de Fidel han sido reemplazados por verdes de Raúl”, dijo un diplomático, aludiendo al verde olivo del uniforme militar.
Algunos analistas buscan pistas de una guerra intestina, e interpretan con ese prisma la reciente defenestración de varios vicepresidentes y ministros.
Pero las purgas internas han sido una constante de un régimen que aparentemente sigue igual de bien -o igual de mal, según gustos- que hace tres años.
Un diplomático latinoamericano dijo que es irrelevante quién manda, pues lo real es que nada decisivo ha cambiado, se siguen violando los derechos políticos -como anotó la Unión Europea en junio pasado- y aumenta el deterioro de indudables logros sociales anteriores, como la salud y la educación universales.
En el frente exterior, se han normalizado las relaciones con Europa y América Latina, pero respecto a Estados Unidos solo ha habido minúsculos ajustes en los últimos meses.
El 26 de julio de 2006, tras celebrar el aniversario 53 de su primera acción armada,-el fracasado pero muy publicitado asalto al cuartel Moncada-, el líder cubano fue intervenido quirúrgicamente.
Según las escasas informaciones que han trascendido, sufre una dolencia intestinal que lo tuvo al borde de la muerte -esto lo dijo él mismo-, pero los detalles de la enfermedad y su real estado de salud son tratados aún como secreto oficial.
Cinco días después, el 31, se divulgó una “proclama” en la que delegaba sus cargos en Raúl Castro, de forma interina.
El 24 de febrero de 2008 el hermano menor, ahora de 78 años, fue nombrado presidente titular de tres órganos vitales del poder: los consejos de Estado, de Ministros y de Defensa, de los que fue segundo al mando por décadas.
Pero Fidel, que en agosto cumplirá 83 años, aún es “líder de la revolución” -reiteran Raúl y el funcionariado, al menos en público-, y primer secretario del gobernante Partido Comunista, autoridad máxima de la isla por mandato constitucional.
En el todopoderoso Partido, el Castro menor sigue siendo “segundo secretario”, y quién sabe hasta cuándo, porque no se concretan los preparativos del muchas veces pospuesto IV Congreso -el III fue en 1997-, aunque Raúl lo anunció para fines de 2009.
Para muchos cubanos, poco o nada ha mejorado desde 2006, aunque algunos se ilusionaron cuando Raúl prometió “reformas estructurales” y derogar muchas prohibiciones absurdas que rigen en la isla (sin traicionar al socialismo, desde luego).
Numerosos observadores creen que las reformas se frenaron porque la economía cubana, deprimida desde hace décadas, fue machacada por la crisis internacional y tres huracanes que causaron en 2008 pérdidas por 10.000 millones de dólares.
”No creo que Raúl asuma ahora ningún riesgo político alentando cambios de fondo que creen situaciones que se le puedan salir de las manos”, comentó uno.
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