viernes, 17 de julio de 2009

Murió de cáncer la madre más longeva del planeta

Una mujer española que engaño a los médicos acerca de su edad, para quedar embarazada mediante la fertilización in vitro, convirtiéndose en la madre más longeva del planeta, murió de cáncer, dejando huérfanos a sus dos pequeños hijos de solo dos años y medio de edad.

Por Rafael Bulacio

La noticia es conmovedora y merita que reflexionemos acerca de las implicancias éticas del asunto. Carmen Bousada de Lara, tras someterse en la ciudad norteamericana de Los Angeles a un tratamiento hormonal -que le permitió volver a tener su ciclo menstrual- y a una inseminación artificial, dio a luz, en Barcelona, en diciembre de 2006, cuando ya había cumplido 67 años de edad, a los mellizos, Pau y Christian.

Su caso generó en aquel momento una fuerte polémica entre quienes defienden el derecho de que una mujer, por los avances de la ciencia, pueda convertirse en madre a cualquier edad y aquellos que consideran inconveniente que una mujer de edad avanzada, sola, tenga hijos; los críos no tendrían la atención que requieren y las probabilidades de que queden huérfanos a una edad temprana, se potencia. Según el diario español El Mundo, en una entrevista concedida a “News of the world” un mes después de dar a luz, Carmen confiaba en vivir con salud para ver crecer a sus hijos y señalaba el precedente de su propia madre, que murió a los 101 años de edad. Lo que lamentablemente no sucedió.

Es muy probable, según opiniones muy calificadas, que el mismo tratamiento a que fue sometida, le haya provocado el cáncer que acabó con su vida y que le fuera diagnosticado poco tiempo atrás.

La naturaleza es sabia, y no es moral, ni siquiera razonable, ir contra sus reglas. Hay un período para ser madre, es aquel que permite que una mujer pueda sostener a sus hijos con la energía y el brío que le da la juventud y que los críos necesitan. Además, esa misma juventud, da como probabilidad cierta, de que los hijos cuenten con una madre hasta el momento que puedan independizarse. Algo que sucede en todas las especies.

Tener un hijo no es un derecho, y cuando este hijo es engendrado utilizando métodos artificiales por un capricho egoísta, sin considerar que se está atentando contra la dignidad de un ser humano, se transforma en un acto monstruoso. Alguien debió advertir a esta mujer que no es lo mismo tener un hijo, que adquirir una mascota o un auto nuevo. Las leyes de la naturaleza son ingobernables; si el engendro, fruto del antojo de una señora que dejó pasar su tiempo de natural fertilidad, sirvió para satisfacer su ego o cubrir sus carencias personales, ha quebrantado las mismas, que es lo mismo, para los creyentes, que violar la ley de Dios.

Y para concluir con esta reflexión de hoy, reiteramos una vez más la opinión de la Iglesia Católica, cuando aclara que el matrimonio no confiere a los cónyuges el derecho a tener un hijo, sino solamente el derecho a realizar los actos naturales que de suyo se ordenan a la procreación. “El hijo no es algo de propiedad: es más bien un don, el más grande” y el más gratuito del matrimonio; es el testimonio vivo de la donación recíproca de sus padres.[i] (Ins. Donum Vitae, II. B. 8.)

“Reflexiones sobre la Actualidad” análisis de Rafael Bulacio, irradiado en la fecha por las ondas de Radio del Plata Tucumán, 93,9 Mhz; Millenium Tucumán, 97,7 Mhz; y Spika Tucumán, 89,1Mhz.

[i] Ins. Donum Vitae, II. B. 8

Periodismo de Verdad

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