miércoles, 15 de julio de 2009

El mundo al revés



A la destrucción de la democracia, en nombre de la revolución, la llaman justicia social

Por Pilar Rahola

Marcos Aguinis, el magnífico escritor argentino, lo relata en uno de sus últimos libros, La pasión según Carmela, donde un economista argentino y una doctora cubana viven una intensa historia de amor.

Como paisaje de fondo, la revolución cubana, la Argentina predemocrática, y dos almas seducidas por unos ideales revolucionarios que se tornarán la peor de sus pesadillas. Tal como recuerda el propio Marcos, "¿quién no se enamoró, en algún momento, de la revolución cubana?".

Y precisamente por ello, por ese enamoramiento hacia unos ideales románticos, el escritor desgrana con sabiduría el roto interior que significó el sonoro fracaso cubano, la destrucción de la utopía social, la transformación de la Cuba mítica en un espantajo de derechos destruidos, líderes mesiánicos y dolor colectivo.

Por el deambular del amor y la vida, Marcos nos pasea por la Cuba que soñó ser, y por la Cuba que finalmente fue, cuyo agujero negro devoró las esperanzas de miles de personas. La casualidad hace que esté leyendo este libro, que el propio Marcos me acaba de regalar en Buenos Aires, al tiempo que leo unas declaraciones de Fidel Castro en el diario La Nación.

Dice el tipo, regurgitado desde las catacumbas, que Honduras puede ser el inicio de "muchos golpes de Estado" en la región, y que teme por la democracia. ¿Será un chiste? ¿Uno de esos momentos de humor negro que se permiten los dictadores, en algunas insólitas ocasiones? ¿O será que el álter ego de Fidel se ha convertido a la fe democrática en un plis-plas de jubilación?

Mucho me temo que será algo más prosaico: la constatación, hasta el absurdo, de la doble moral que gastan determinados líderes de esa amalgama de sensibilidades que es la izquierda. Lo he escrito muchas veces, pero no sobra. Hay muchos mundos en la izquierda, y no todos habitan en la libertad. Algunos han construido edificios brutales de represión, cárceles de derechos y castillos de miedos.

Nada tiene que ver un dirigente democrático de izquierdas con estos reaccionarios tiránicos cuyas sociedades navegan entre la desesperanza y la derrota. Y, además, se permiten sentar cátedra en el discurso sobre la libertad, lo cual demuestra que la libertad es un concepto manoseado por las peores manos. Honduras como paradigma.

Ahí están Chávez y Fidel vociferando sobre Honduras. Quizás serían creíbles si hubieran vociferado antes, cuando Zelaya perpetraba un golpe de Estado blando, desmantelaba la democracia y vulneraba la ley. Lo que vino después -inaceptable- no es más que un contragolpe a un golpe previo.

Pero ¿cómo iban a hacerlo, si Zelaya es un simple alumno de sus fechorías? Y es que estos tipos dominan la semántica. Fíjense: a la destrucción de la democracia, en nombre de la revolución, la llaman justicia social.

La Vanguardia

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1 comentario:

kim dijo...

Pilar: Endeble para esta argumentación, casi elemental, un bueno la democracia según tu, y el malo allí varios, el dictador devaluado por no cumplir los deseos ocultos de los enamorados latinoamericanos sobre los ideales de la revolución alentada desde el café de una tranquila plaza madrileña, el dictador alumno, pero con elección democrática, por lo tanto no dictador puro, y todo otro que niegue tu pensamiento imperialmente correcto y pilar de la campaña mediática a nivel mundial. Solo los libros te hacen soñar, cuando la relidad te llama a ser protagonista de nivel, busca mas hipótesis para poder interpretar correctamente algo que es muy intrincado y poco transparente a la mirada de la inteligencia, abre tus ojos y contempla otras alternativas, por lo menos no se si así se llega a la verdad, pero por lo menos te volverás mas PRUDENTE, virtud pilar de la política según Aristóteles. saludos