Néstor Kirchner ya lo decidió: quienes están por votar en contra de la gestión de Cristina Kirchner en la próxima elección cargarán con las culpas por todos los ajustes recesivos e inflacionarios que nos depara el futuro post-electoral.
Por Domingo Cavallo
El sabe que, independientemente del resultado electoral, es inevitable que el boleto de subte, de los viajes en tren y de los colectivos van a tener que duplicarse. Lo mismo va a ocurrir con el precio de la electricidad, el gas y el agua para todos aquellos hogares que aún no sufrieron fuertes aumentos. Los precios del pan, las pastas y los alimentos de orígen animal también van a aumentar porque escaceará el trigo y la reducción del stock ganadero hará sentir su efecto sobre el abastecimiento de leche y de carne. Todo esto ocurrirá porque el gobierno, cualquiera que sea el número de legisladores con los que cuente en el Congreso Nacional, ya no tendrá financiamiento para los multimillonarios subsidios con que ha venido compensando, parcialmente, la diferencia entre los costos de producción y los precios de todos estos bienes y servicios.
También sabe que mucha gente quedará desempleada, no sólo en el interior del país, donde ya se vive un clima de recesión mucho peor que el que se vivió entre 1999 y 2001, a pesar de que los precios internacionales están todavía a más del doble del nivel que tenían en los 90s, sino también en los grandes conglomerados urbanos, porque las pequeñas y medianas empresas, frente a las caídas de sus ventas, ya no podrán pagar los sueldos y salarios de sus trabajadores. La construcción también se está parando y generará mucha desocupación, porque ha caído la demanda de propiedades por parte de los inversores privados y las provincias y municipios no pueden mantener el ritmo de pagos a sus contratistas y proveedores.
Kirchner sabe que con estatizaciones “a la Aerolíneas Argentinas” o “a la Massuh” sólo puede asegurar la continuidad de algunas pocas grandes empresas, pero con un costo fiscal que agravará la situación de todo el resto de empresas que continúen en manos privadas, por lo que se trata no de una solución, sino de un verdadero veneno de efecto retardado para la sistema productivo.
No puede desconocer que la emisión descontrolada de dinero a que se verá obligado el Banco Central cuando se agoten los pocos saldos bancarios que aún tienen organismos como la ANSESS y la AFIP para hacer frente a los déficits del Estado Nacional, las provincias y los municipios, va a repercutir sobre el precio del dólar en el mercado paralelo, aún cuando intenten controlarlo en el mercado oficial acentuando las restricciones para la compra de divisas por parte de la gente. Y es sabido que en épocas de alta inflación, los precios de muchos bienes y servicios siguen más al dólar paralelo que al dólar oficial. Las mentiras del INDEC serán cada vez más evidentes y la gente sentirá el encarecimiento del costo de la vida con más nitidez aún de lo que lo ha venido observando hasta ahora.
Porque sabe todo ésto y porque además advierte que el Kirchnerismo quedará en minoría en ambas cámaras, Nestor Kirchner ha decidido lanzarse en una carrera desesperada por convencer a la gente de que la culpa de todo lo que está por acontecer será de quienes voten a alguna fuerza política no alineada con el gobierno de su esposa. Esta es la próxima gran mentira. Una que dejará a las mentiras del INDEC como olvidables pecados veniales...
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