Acaricia el mapa de Venezuela con las garras infectas del totalitarismo. Quiere subyugar hasta el último vestigio de nuestro sistema democrático. Repudia que el ciudadano común ejerza los derechos que están plasmados en la Constitución Nacional.
Por Alexander Cambero
Para él lo más importante es el sometimiento de millones de personas a los perversos designios del socialismo del siglo XXI.
En medio de sus frustraciones infantiles, liquida a una República y funda otra, con valores distintos al desarrollo histórico de occidente. Cree que llevando hasta la hoguera los principios de la libertad, puede perpetuarse en el poder.
Sin embargo, varios escenarios le perturban. La formación universitaria generadora de verdaderos talentos es su enemigo a considerar. Es por ello que trata de ahogarlas cortándoles el presupuesto, obligándolas a cerrar las puertas; si quieren vivir les presentan una solución: Transformarse en alegres cortesanas del imperio miraflorino. Como la universidad no se arrodilló creó las denominadas misiones. Ellas representan los modelos que se quieren imponer. El poder ideológico y manipulador por encima de la excelencia académica.
El ímpetu juvenil que con su rostro risueño salió a las calles para defender la poca libertad que aún tenemos es su dolor de cabeza. Frente al arrojo de nuestros muchachos, surgieron grupos de extremistas que asaltan propiedades, queman vehículos y vulneran la paz ciudadana. Cargados de bombas lacrimógenas, armas y el rostro cubierto por la impunidad y la cobardía. Su triste disfraz de anónimo los inhibe de representar algún espacio para la discusión. Sus planteamientos son la agresión.
La propiedad privada le incomoda. Quisiera que las empresas no generaran empleos y ganancias para todos. El proyecto socialista de corte cavernícola, requiere que los emporios industriales sean cementerios en donde no quepa el éxito. De esa forma, podrían imponer el Estado con todo su poder. Una empresa eficiente es un bocado menos para las mandíbulas incesantes de la corrupción de San Hugo. Prefiere sustraerlas con manipulaciones jurídicas y políticas, que observar cómo el libre mercado demuestra sus habilidades frente a su propuesta esquizoide. Rechaza a todo aquel que con sacrificio y esfuerzo hizo fortuna. Para Hugo Chávez ser rico es malo. Claro, cuando se trata de otros. Qué podría decir de su familia y amigos. De simples vegueros a multimillonarios. ¡Viva el socialismo!
Otra que teje el tirano es un golpe al deporte profesional. Tratará de restringirles los dólares para obligarlos a cerrar las puertas. Lo que sucede es que no quiere enfrentar el costo político que una medida de estas generaría. Imagínense una Venezuela sin Caracas y Magallanes.
Hugo Chávez construye una República sin medios de comunicación libres. Los micrófonos, cámaras y grabadoras no pueden estar al servicio de los anhelos del ciudadano común. Quiere espacios en donde solamente se promocione su figura. La pauta comunicacional debe estar al servicio de sus escasas ideas. Aquellos problemas colectivos deben ser disfrazados, ocultos o ignorados como lo hacen su grupo de medios oficialistas que sólo tienen la simpatía de algunos fanáticos del régimen. ¿Y qué decir de los sindicatos?, quiere que los mismos cambien las contrataciones colectivas por la dádiva oficial. Que vendan las reivindicaciones de millones de trabajadores, a cambio de ser estructuras decorativas.
Para terminar de elaborar su pastel, requiere que todos nos arrodillemos como lo hacen los órganos del Estado. Instancias llenas de impúdicos personajes que desangran a Venezuela. Verdaderos responsables del asalto a nuestras instituciones. Ver a los diputados, magistrados, y demás funcionarios convertirse en seres sin dignidad, demuestra a las claras cómo subsisten las miserias en algunos seres humanos.
Afortunadamente Venezuela está por encima de sus deseos. Un pueblo que luchó contra dictaduras, regímenes de fuerza y administraciones incapaces, tiene mucha reserva moral para vencer al totalitarismo que nos arropa.
Jamás podrán acabar con la libertad.
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